domingo, 24 de abril de 2011

EL ABRAZO PARTIDO II

Saturno devorando a uno de sus hijos, Rubens.

Curiosa frase de la que fui testigo mientras la película me lanzaba constantemente situaciones y comentarios ciertamente hilarantes. ¿Es obligatorio querer a todos nuestros vástagos, aunque sean unos verdaderos hijos de ...?
Según la tradición occidental, sí. Según mi experiencia con mis seres queridos: todo tiene un límite.
El “amor genético” no tiene que ser un imperativo; y si no fíjense en los quilombos de los dioses, sea la religión que sea, donde hijos matan a padres, padres a hijos, se producen incestos, odios y amores desproporcionados...


Como soy partidario de la explicación que aporta Robert Graves en algunos de sus libros como la Diosa Blanca o Los mitos griegos sobre el origen de la mitología, el principio de estas "sagas sagradas" tiene sus inicios en la ingesta de hongos y plantas maestras por parte de los sacerdotes o líderes espirituales de las distintas culturas.
Graves también creía que la «ambrosía» y el «néctar», el bocado por antonomasia, eran hongos intoxicantes; entre los que se encontraban la amanita muscaria o el hongo panaeolus papilionaceus, que produce alucinaciones inofensivas y muy agradables.
Tal vez no todos estemos hechos para probar estas “delicias” que nos ofrecen la vida y los dioses. Recordemos que el delito del rey Tántalo consistió en que violó el tabú que reinaba entre los dioses del Olimpo al invitar a plebeyos a compartir su ambrosía.


Sin duda las mujeres, y en especial las madres, se llevan la palma en eso del amor desinteresado; aunque no en todas las ocasiones. Pero ¿Porqué las mujeres creen amar más intensamente que los hombres?
Tal vez las respuestas no tengan que ver con  la magia o la cultura… sólo es cuestión de química y actividad cerebral.
Dicen por ahí que existe algo llamado “complejo mayor de histocompatibiliad” que sólo las mujeres pueden percibir: un aroma que sólo la neurología femenina detecta y que se queda impregnado en su cerebro para siempre. No sólo esta cualidad la utiliza para elegir a la pareja con la que engendrará su prole, si no que trasciende más allá de que esa relación con el progenitor haya finiquitado. Las abuelas siguen produciendo dopamina en exceso, lo que hace que sean felices y apasionadas con sus nietos.

Río Asta.



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