viernes, 10 de junio de 2011

LA VOCACIÓN NACE DEL ESTÍMULO: EL CASO DE LA ASTROFÍSICA MÁS JOVEN DE LA HISTORIA

Se llama Mónica, tiene 15 años y acaba de descubrir un asteroide, al que ella misma se encargará de poner nombre.
El hecho en sí de descubrir un asteroide no es una rareza, se localizan con cierta frecuencia en el firmamento. Lo novedoso es que sea alguien tan joven quien lo detecte.
Y el motivo de que Mónica lo haya descubierto no es su pasión por las estrellas, sino una incentivación educativa inusual en la escuela. O al menos, en la escuela de nuestro país.
Cuando hablamos de educación siempre (o muy a menudo) es para quejarnos de sus deficiencias. Pero siempre hay excepciones gloriosas, y aquí tenemos una de ellas.
El profesor de Mónica, Javier Pérez Cáceres, astrofísico, decidió montar en el instituto donde imparte clases (Fray Luis de Granada) una especie de proyecto de ciencias: el I Proyecto de Iniciación a la Investigación Astronómica en Secundaria (PIIAS).

Iniciativa curiosa, atrevida y entusiasta. Porque recordemos que esto es España: los funcionarios tienen fama de acomodaticios, y retos así no los vemos a menudo. Ni siquiera en el sector privado.
Pero este maestro parece tener una concepción de la docencia y un amor a la ciencia muy distintos al estándar. De manera que como tenía varios alumnos bilingües en clase, propuso al Instituto Astrofísico de Andalucía una serie de actividades para implicar a los alumnos en la investigación científica. "Quería que utilizaran el inglés y las Tecnologías de la Información y la Comunicación para presentar un artículo científico con su abstrat y sus conclusiones en inglés", explica a los medios.
Es decir, doble reto: trabajo en equipo, en un idioma extranjero e integrando las TIC con las clases de ciencias. Este hombre es una anomalía total en la docencia. Ya me hubiera gustado que en mis tiempos de instituto me incentivaran así los profesores de Física, Química, Biología, etc. Pero a mí me tocó hincar codos y aprender teoría sin ninguna estimulación práctica. Como a tantos otros que tal vez pudieran haber hecho carrera científica si alguien hubiera enamorado su curiosidad.
Mónica ha tenido más suerte. Afortunada ella. 


En el concurso participaron 77 estudiantes de Secundaria, que diseñaron en total nueve proyectos científicos. Para informarse de primera mano y ver la realidad tal cual, estos jóvenes alumnos visitaron el Instituto Astrofísico y contemplaron de cerca el trabajo de los astrónomos profesionales, participando en sus búsquedas y los datos que recogían con sus telescopios (uno de ellos en Chile y otro en Argentina).
Durante su visita, uno de estos alumnos, Mónica, descubrió en el firmamento un cuerpo rocoso en movimiento, más pequeño que un planeta y que no figuraba en ningún catálogo, como comprobó sobre la marcha. Acababa de localizar un nuevo asteroide nunca antes avistado. Un cuerpo celeste anónimo, desconocido, sin nombre…, que no existía para nadie hasta que sus ojos se posaron en él.
¿No es un momento mágico?
Seguro que a esta chica ya no hace falta convencerla de que siga estudiando, ni de que dedique su vida a una vocación, ni que vuelque su pasión en un objetivo. Ha vivido en sus propias carnes la fascinación de descubrir algo nuevo, y se ha convencido sin esfuerzo de que aún hay mucho por descubrir e investigar.
A fin de cuentas, como decía Einstein: “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”.
ANDREA B.